El arte en la mesa

María Mestayer de Echagüe
«Marquesa de Parabere»

El arte en la mesa

La mesa es de los muebles más remotos, fabricándose desde la más tosca hasta constituir una obra de arte, y hasta una joya.

En la Edad Media la mesa corriente solía ser de roble y muy maciza; pero también las había de oro y plata…

Las crónicas nos hablan de ellas, y también han conservado los nombres de algunos de sus dueños.

San Remi poseía una mesa de plata magníficamente labrada; Carlomagno poseía varias mesas de plata maciza de gran tamaño y otra de oro puro.

Pero la maravilla de las maravillas pertenecía a nuestro rey Pedro el Cruel o Justiciero. Confeccionada de oro puro, estaba cubierta de pedrería fina y de perlas de Oriente, todas redondas y de un grosor enorme.

En aquellos tiempos eran frecuentes los muebles fabricados con oro y plata (entre príncipes y reyes). El Papa Inocencio II envió a la moneda cuantos muebles, vajilla, bandejas, etcétera, de oro y plata poseía, a fin de sufragar los cuantiosos gastos de su cruzadas contra los infieles.

Los reyes búlgaros poseían dos enormes vasijas de oro puro, de ochocientas libras de peso cada una, las cuales cayeron en manos de Constantino V, como botín de guerra.

En 1392, los reyes de Inglaterra Ricardo II y su esposa Ana, para conmemorar su entrada en Londres, fueron obsequiados por las entidades de la capital con soberbias coronas de oro.

La del rey ostentaba el emblema de la Santísima Trinidad, y la de la reina, la imagen de su patrona, Santa Ana.

En 1396 tuvo lugar en Calais la entrevista del rey Carlos VI de Francia con Ricardo II, rey de Inglaterra. El francés regaló al inglés una gran copa de oro guarnecida con pedrería y un aguamanil igualmente de oro, y el inglés le correspondió con dos hermosas ánforas, igualmente de oro y pedrería, destinadas una a «poner agua» y la otra para «beber cerveza».

Bertran du Guesclin trajo de sus correrías por España tal cantidad de muebles, enseres, vajillas y utensilios de oro y plata que causó la admiración de propios y extraños; destacando una gran palangana de oro, una de las más preciadas joyas del tesoro de don Pedro y donada al Du Guesclin por el de Trastamara.

Pero los muebles, vajillas, etc., más suntuosos, todo ello de oro y plata, pertenecieron al duque de Borgoña, Felipe el Bueno, abuelo del emperador Carlos V de Alemania y I de España.

Durante toda la Edad Media y el Renacimiento, el mueble de lujo por excelencia fue el aparador, las personas pudientes tenían varios; en ellos se colocaba cuanta vajilla y utensilios de plata y oro poseía la familia.

España, debido al descubrimiento del Nuevo Mundo, fue la que batió el record tocante a plata labrada.

Luis XIV, en el apogeo de su reinado, hizo labrar todo el mobiliario de Versalles en oro y plata: mesas, consolas, aparadores, taburetes, candelabros, todo de metal precioso. Pero en el ocaso de su vida hubo de enviar todo a la moneda, a fin de sufragar los cuantiosos gastos de sus eternas guerras.

Por cierto, que bien le pesó luego el haberlo hecho, pues escasamente obtuvo unos cuatro millones de numerario, desperdiciando en cambio cuanto de valor artístico suponía.

En España, como decíamos antes, era donde más plata labrada había, hasta los braseros se fabricaban con dicho metal, y mis lectores podrán comprobar en el transcurso del libro cuánto abundaba y la admiración que producía en los extranjeros nuestras inmensas bandejas, su abundancia, así como la de los candelabros, velones, etc.