El campesino y la anciana que bebía aguardiente
En cambio ese Juan Zaleski, nacido en 1826, al que el Gobierno francés condecoró en 1930 con la Legión de Honor, no se ha conservado en la atmósfera limitada del laboratorio o del gabinete de estudio. Casi cerca de un siglo lo invirtió trabajando en el campo.
Para que los «húmedos» no pierdan por completo la batalla citaremos el caso de la señora Girard, que murió en Auberives en 1881, a los ciento catorce años y que hasta en los últimos días de su existencia rociaba su sopa de legumbres con un vasito de vino y lo hacía seguir frecuentemente de una copita de aguardiente.
Es un hecho que, por regla general, la mujer es más longeva que el hombre. Para convencerse basta con visitar asilos de ancianos, las hermanitas de los Pobres, pongo por ejemplo; allí verá viejas de más de ochenta años; en cambio, no encontrará ningún hombre, salvo excepciones que pase de los setenta.
¿Y qué me dice usted del número incalculable de viudas y, en cambio, de los pocos viudos?… Para comprobarlo gire una mirada de inspección a su alrededor y quedará convencido.