La alimentación y la longevidad de la raza humana

María Mestayer de Echagüe
«Marquesa de Parabere»

La alimentación y la longevidad de la raza humana

Mucho se ha discutido sobre la influencia de los regímenes en la longevidad de la raza humana. Se han hecho encuestas, se ha interviuvado a centenarios y a la postre se ha quedado la cosa sin dilucidar. Desde luego, que una vida metódica y sobria es más higiénica que la desordenada, y que el alcohol mata a mucha gente; pero no se trata de esto, sino de los regímenes llevados por centenarios y de dilucidar si es el régimen quien prolonga la vida o si el individuo la prolonga porque tiene reservas (tal vez los dos factores se unan…).

Yo conocí a una dama bilbaína que se rompió una pierna a los ochenta años de edad y se la compusieron tan bien que quedó como nueva. Todo el mundo se extasiaba sobre lo bien conservada que estaba doña Juanita, de su buen apetito, de su clara inteligencia y buen humor. Esta dama murió a los ciento tres años. Nada de extraño que a los ochenta estuviera tan bien conservada, teniendo como tenía veintitrés años de vida por delante.

Otro caso también de otra dama bilbaína; esta señora tiene hoy día ochenta y dos años; viaja sola, come, merienda y, si se tercia, hasta cena fuera. Lleva una vida muy activa, come de todo, bebe vino y cerveza a diario, y, si llega la ocasión, toma licor. Escribe y redacta admirablemente, pisa fuerte, anda ligera y airosa. Esta señora hacía la admiración de sus amistades, ya que cada verano se tomaba sus ochenta baños de mar, nadando durante media, hora, y esto rozando los setenta años… No sabemos cuántos años de vida le otorgará Dios, pero por el aspecto bastantes todavía.

Mi abuelo paterno falleció a los noventa y ocho años de edad. A los setenta y cuatro años llamaba la atención de cómo montaba a caballo, y esto a diario y con caballos de sangre. Comía lo que se le antojaba —hasta un melón entero de una sentada—, tomaba aperitivos (ajenjo), fumaba sin parar y, según la leyenda, fue un gran conquistador; ahora que juzgue el lector.

Por otra parte está comprobada la longevidad de muchos religiosos, y eso en las reglas más ascéticas. Un Papa tuvo escrúpulos sobre lo ascético de los Cartujos y pretendía suavizar la regla; la contestación más contundente se la dio el Superior de la Gran Cartuja enviando a Roma una docena de cartujos ochentones; en vista de lo cual el Papa ratificó la regla.

Y ahora voy a transcribir unas cuantas anécdotas sobre el régimen y alimentación de algunos centenarios, a partir de la Edad Media, pues me faltan documentos más antiguos.