El ferrocarril y las patatas «soufflées»
El descubrimiento de las patatas soufflées fue debido, como tantos otros, a la casualidad: sencillamente, al retraso de un tren…
El 26 de agosto de 1837 tuvo lugar la inauguración de la vía férrea de París a Saint Germain; gran acontecimiento, ya que fue la primera que tuvo la capital de Francia.
Una inauguración no se concibe sin su correspondiente banquete; por tanto, se dispuso que éste tuviese lugar en Saint Germain, como colofón de tan estupendo viaje.
El banquete, entre otras suntuosidades, integraba un modesto solomillo de vaca con sus correspondientes patatas fritas.
El jefe cocinero jamás pensó que un tren oficial y que transportaba nada menos que a los reyes de Francia, Luis Felipe y su esposa la reina Amelia, pudiera no llegar puntual. Por tanto, hizo sus cálculos y cuando lo creyó oportuno empezó a freír las patatas del solomillo; pero el tren se retrasó y hubo de retirar las patatas de la sartén so pena de quemarse.
Llegó por fin el momento de servirlas, y cómo estaban las patatas… Frías, arrugadas, deslucidas. El cocinero se lió la manta, no el gorro, a la cabeza, y cerrando los ojos zambulló las patatas en grasa hirviente; y, ¡oh, felicidad!, el milagro se hizo: las patatas se ahuecaron, resultando tal como las comemos hoy día.
Las patatas «sufladas» alcanzaron un éxito loco; el rey Luis Felipe repitió dos veces y felicitó calurosamente al cocinero por su invento genial.