Sobre los guisantes

María Mestayer de Echagüe
«Marquesa de Parabere»

Sobre los guisantes

Parece increíble que una hortaliza tan corriente y barata hoy día haya constituído un manjar principesco, asequible tan sólo a magnates y poderosos.

En el siglo XVII, en París, 1 kg. de guisantes desgranados costaba la friolera de 50 escudos; el escudo equivalía a tres o cuatro francos de entonces; calcúlese la enormidad que esto supone hoy día.

El rey Luis XIV, viudo de la infanta María Teresa, volvió a contraer nuevas nupcias (morganáticas) con la célebre madame de Maintenon.

Esta dama, que era muy literata y cuyas epístolas se han conservado, en una dirigida a una amiga íntima dice lo siguiente:

«… aquí sigue siendo la preocupación constante los “guisantes”; la impaciencia por comerlos, el placer de haberlos comido y la satisfacción de volverlos a comer son los tres puntos que discuten nuestros príncipes[46] desde hace cuatro días. Algunas damas de Palacio, después de haber cenado con el rey, y bien cenado, tienen en sus aposentos más guisantes para seguir comiéndolos, sin temor a enfermar. Pero es la moda, el furor; este consecuente de la otra…».