Suplicio de un «gourmet»
Un comandante del Ejército inglés acaba de publicar un libro en el que se relata la siguiente anécdota:
Invitado a un banquete por lord Rothschild, sentóse a la derecha del anfitrión, el cual, sometido a régimen, sólo podía comer unos bizcochos y beber vasos de leche. Las deliciosas viandas que se servían eran contempladas con envidia por lord Rothschild, el cual, al ser servido un pescado, su plato favorito, no pudo contenerse y suplicó al comandante que le contara las sensaciones que experimentaba al saborear el pescado.
El comandante, hombre de gran cultura y sentido artístico, hizo la exposición acabadísima de aquellas sensaciones, que vistió con un ropaje retórico de gran elegancia.
El pobrecito archimillonario lord Rothschild, con los ojos brillantes y la boca hecha agua por el relato del comandante, tenía que contentarse con mascar bizcochos y pedir más vasos de leche.