Madrid en los siglos XII y XII

María Mestayer de Echagüe
«Marquesa de Parabere»

Madrid en los siglos XII y XIII

Componíase la población de Madrid de cristianos, judíos y moros. Cabe pensar que cada grupo religioso seguía los preceptos de su religión: los cristianos comerían cerdo; los moros y judíos, no. Éstos sacrificarían las reses según su rito y los cristianos ayunarían y comerían de vigilia cuando mandase la Santa Madre Iglesia. Pero si creemos lo que don Mariano Cortés reseña en cuanto a alimentos, y no lo ponemos en duda ni por un momento, los madrileños de entonces tenían poco donde elegir.

«Los vecinos no pagaban portazgo…

»…Se dictaban disposiciones sobre las substancias…

»…Multábase con dos maravedíes el arriero que trajera víveres a Madrid». (¿Quién había de transportados si no fueran los arrieros?).

(Esto me hace suponer que Madrid entonces sería un villorrio esparcido en una inmensidad de espacio y que dentro de sus muros dispusiera de magníficas huertas y de leguas de tierra de secano… En cuanto a criar a domicilio cerdos, gallinas, pavos, cabras, que luego corrían libremente por las calles, no me sorprende, ya que en París, Londres, etc., también lo hacían, según cuentan las crónicas).

Volvamos a nuestro cuento:

«Estaban prohibidos los revendedores y yagueros. No era lícito vender ciertos artículos ad ome de foras de villa. La carne buena de oveja o de cabra vendían a tres dineros[64]; la lechal, oveja y cabra, y la de ciervo, a dos dineros y miaja; la arroba y media de bogas, un maravedí; lo mismo la arroba y cuarta de barbos grandes, de una libra; el pescado menudo, a medio maravedí la arroba. A los carniceros se les castigaba con cuatro maravedíes, que foera de la mesa valdises, que foera de la mesa valescarto critello ant seguir trujase; con doce maravedíes se castigaba al que vendía “carne de judío de trufa” (?). Prohibido el tener oculta la pesa, el pan falto, el vino adulterado y las medidas menguadas. El Fuero de León castigaba a la panadera que falsificaba el peso del pan y con cinco sueldos al alcalde del rey si renunciara. El de Madrid, más benigno, con medio maravedí, y para ello es necesario que falte el peso en tres panes.

»Menciona las monedas en uso: maravedíes de oro, sueldo, dinero, cuartos, ochavos y miajas. El peso público se llamaba alcobe».

Yo, que tengo muchos años, recuerdo haber tenido en mano, de niña, en Sevilla, cuartos, ochavos, ochavos morunos, etc. No recuerdo muy fijo, pero me parece que el ochavo equivalía a dos céntimos y el cuarto a tres ochavos.

En cuanto a lo que supondría hoy día en moneda maravedíes, sueldos etc., es imposible valorarlo. Sólo el maravedí tuvo diversos valores, hasta llegó a ser imaginativo, y otro tanto sucede con los dineros y las blancas. Sin contar que, sin ofender a los reyes de la época, tanto españoles como extranjeros, no tenían el menor escrúpulo en alterar el valor de la moneda según conveniencia del gobierno, las guerras o en beneficio propio.

* * *

Durante toda la Edad Media puede decirse que la base de alimentación consistió en cerdo y caza mayor y menor. En las capitales se criaban los cerdos circulando libremente por las calles, hasta el punto que una vieja crónica parisina del siglo XII cuenta que un nieto del rey reinante, Luis VI, murió aplastado por su caballo, que cayó malamente por habérsele metido un cerdo entre las piernas.

Y, aun cuando no tenga nada que ver con la comida, diré que hasta el siglo XVIII era imposible transitar a pie por las calles de París; me refiero a las damas y caballeros que no querían embarrar su calzado, pues, según cuentan, se metían en el barro hasta el tobillo, y lo atestiguan las memorias y correspondencias del tiempo, las cuales hacen a menudo mención de que tal o cual se presentó crotté, o sea lleno del lodo…

En cambio, los franceses de la embajada extraordinaria que vino a pedir la mano de la infanta María Teresa, hija de Felipe IV, para Luis XIV, describen admirados las calles y plazas de Madrid, sobre todo la calle Mayor, «la más ancha de Europa y tan limpia…».