Manjares predilectos de algunos literatos del siglo XIX
Los dos hermanos Goncourt —autores de Ana de Mauperin— eran entusiastas del turbot à la sauce hollandaise —una holandesa mejorada con «mantequilla de langosta»—, así como de la pintade poêlée à la strasburgwese —pintada rellena de nouilles, trufas y foie gras—; en cambio León Daudet prefería la barbue à la Mornay —barbo en salsa Mornay: bechamel, queso y tomate—; y Roland Dorgelés, la glacé à la vainille —un helado de vainilla adornado con rodajas de piña flambeadas con kirsch—. En cambio Huysman, protestante y ateo —pero siempre preocupado del diablo—, que al final de su vida se convirtió al catolicismo y fue oblato en un convento, era tan apasionado del pot au feu (puchero) que en una de sus obras, tal vez la más horrible, le dedica casi un capítulo entero.