Guillermo Beukels
El inventor de la conserva de arenque
A Guillermo Beukels se le considera como un bienhechor de la humanidad. Hasta fines del siglo XIV las comidas de vigilia eran casi insolubles; no se conocían la patata, las hortalizas escaseaban, sobre todo en Cuaresma; el pescado de río, poco y carísimo[142]; en cuanto al de mar, no se podía contar con él en el interior, pues llegaba generalmente podrido por la falta y la lentitud de los transportes.
En cambio, en las costa abundaba sin poderlo aprovechar. Principalmente el arenque se pescaba en cantidades fabulosas en los puertos de los Países Bajos y norte de Francia, y como se desconocía entonces la manera de aprovecharlo, había que consumirlo rápidamente. Para transportarlo a las provincias limítrofes se le echaba sal, pero esto tan sólo lo conservaba por breves días.
En el año 1397 el arenque se pescó en tal abundancia que los pescadores de las embocaduras del Escalda no sabían qué hacer con él, y al desembarcarlo se lamentaban de no poderlo aprovechar.
«Si pudiéramos —decían— conservar de alguna manera este pescado y expedirlo a Francia, Suiza, Alemania, ¡qué fortuna no sería para nosotros!».
Mientras tanto, un pescador de Biervliet, llamado Guillermo Beukels, les escuchaba, y a la vez meditaba.
Hacía tiempo que estudiaba la manera de conservar el arenque. Después de no pocos experimentos creía haber dado con la fórmula. Pero antes de darlo a la publicidad quería tener la seguridad plena de que no le fallaría. Por tanto, en vez de vender su parte de pesca se la reservó, declarando que no la vendería hasta pasados tres meses, prometiendo que si su descubrimiento resultaba bueno se lo comunicaría a todos y que todos resultarían ricos.
Sus compañeros empezaron por burlarse de él, pronosticándole que sus arenques, en vez de riqueza, le proporcionarían pobreza, ya que antes de los tres meses estarían todos podridos y tendría que tirarlos. Guillermo les dejó que hablaran. A los tres meses abrió sus almacenes. Sus arenques estaban en perfecto estado de conservación; el ingenioso pescador remitió un arenque a cada hogar de Biervliet, convenciendo de este modo a los más incrédulos.
Guillermo Beukels sostuvo su palabra: congregó a todos los pescadores del contorno y les dio a conocer su invento. Es el mismo que se emplea hoy día.
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Por tanto, es a Guillermo Beukels a quien debe el mundo católico de la Edad Media, y aun después, el poder comer pescado en Cuaresma.
De esta conserva se hacía un consumo enorme en el Norte y Centro; casi tanto como en España del atún en escabeche.
En el siglo XV; tan sólo en un castillo de Flandes se consumieron tres mil arenques en una sola Cuaresma.
En París, durante los reinados de Enrique IV, Luis XIII y hasta Luis XIV, nunca faltaba el arenque en ninguna comida en tiempo de Cuaresma; bien es verdad que tocante a pescados, como he dicho antes, había poco donde elegir. Guillermo Beukels, con su invento, se enriqueció e hizo la fortuna de sus conciudadanos.
Murió en el año 1440, y los pescadores de Biervliet, agradecidos, levantaron un monumento sobre su tumba.
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Collin de Plancey, en su libro Légendes des origines, cuenta la siguiente anécdota:
«En el año 1536 el emperador Carlos V de Alemania y I de España giraba una visita de inspección a las fortificaciones de la costa zeelandesa y preguntó qué había de interesante además.
»—Señor —le contestaron—, Biervliet tiene una gran cosa que ver: el monumento a la memoria de Guillermo Beukels.
»—Y ¿quién era Beukels? —preguntó Carlos V.
»El marino que acompañaba al monarca se emocionó. No concebía que un ser tan venerado por ellos pudiera ser desconocido.
»—Señor —dijo entonces solemnemente el piloto—, Guillermo Beukels fue el hombre que inventó el arte de salar, ahumar y conservar el arenque…
»—Ha fomentado la riqueza de su país —comentó gravemente el monarca—. Honor a los hombres útiles; iremos a saludarle ante su tumba.
»Y los habitantes de Biervliet pudieron contemplar al gran emperador, seguido de su séquito, inclinarse ante la tumba de un humilde pescador».
Anécdota sobre el arenque
La pesca del arenque se hace en gran escala en Inglaterra; su principal consumidora era, a principios del siglo XIX, Italia, y más aún Roma…
Cuando la Revolución francesa, Italia fue conquistada por los franceses y el Papa huyó de Roma. Dícese que los miembros de la Cámara de los Comunes se ocuparon entonces seriamente de la pesca del arenque.
Un diputado dijo que habiendo sido echado el Papa de Roma seguramente se haría protestante todo el continente.
—¡No lo quiera Dios! —exclamó alarmado otro diputado.
—¿Cómo? —dijeron asombrados sus colegas—. ¿No quiere usted que el mundo entero se convierta al protestantismo?
—No, no es eso —replicó el primero—. Pero ¿qué quiere usted que haga Inglaterra con tanto arenque si no hay católicos para comérselos?